Presentación
Comenzamos esta nueva etapa en “Alegría y Abundancia” proponiéndote una idea que puede que al principio te parezca extraña. Imagina que, dentro del móvil, o de tu ordenador, hubiera un mundo aparte y diferente del que conoces. Imagina, además, que cuando tocas una tecla o le das al “enter”, se desencadenan una serie de acontecimientos en ese mundo, de los que tú no eres consciente.
Sería como entrar en un mundo digital, a la manera como lo han mostrado películas clásicas como Tron o Matrix. Claro que estas historias son especulaciones, pero ahí está la magia, porque imaginar era la propuesta.
Imagina que, al pulsar una tecla de tu ordenador o de tu móvil, desencadenas sucesos dentro del mundo digital, al estilo de Tron o Matrix, donde vive tu “Cuerpo Digital” que evoluciona con cada nueva publicación.
Imagina que, trayendo esas historias de ficción a tu vida, las cosas realmente sucedieran así. Imagina lo que cambiaría tu mente si, en lugar de ver una foto tuya en Instagram o Facebook, vieras una persona digital, que se parece a ti, pero que no eres tú. Y que, además, esa foto solo representara una parte de esa persona digital, tal como tu meñique es una parte tuya.
Te preguntarías, si eso fuera así, quién es de verdad esa persona digital. Además, caerías en la cuenta de que esa foto es de ayer, pero que hoy has subido a la red dos más, lo que significa que esa persona, que vive ahí adentro, se está construyendo a cada momento gracias a la tecnología, y que por tanto su identidad está cambiando cada vez.
Y todavía te voy a pedir más. Te voy a pedir que imagines que eres tú quien está construyendo esa identidad, tal como si estuvieras creando un nuevo cuerpo tuyo que, en lugar de llamarse alma, mente o espíritu, se llama Cuerpo Digital y está en el proceso de colonizar y encontrar su lugar dentro del Mundo Digital
Si todavía estás leyendo, y no has salido corriendo, entonces vamos a entrar en “La Red” de Tron, o utilizando una expresión que seguro te suena más, en la “Matrix”.

De tu cuerpo en el mundo… a tu cuerpo con la tecnología.
La primera gran sorpresa de estas imágenes es que tendrías que pensar en tu móvil, o en tu ordenador, como si fueran parte de ti. Y eso, aunque te parezca un poco imposible, es técnicamente cierto. Verás, como persona que eres, puedes ver colores, tocar la tela de un vestido y hasta escuchar “Bésame”, la nueva canción de Shakira y Alejandro Sanz. Y como das por sentado que tienes un cuerpo, no caes en la cuenta de que puedes hacer todas esas cosas.
Por otro lado, y técnicamente hablando, sucede que una herramienta forma parte de ti, porque está creada para aumentar tus capacidades. Me explico. Un martillo es una extensión de tu brazo, y sirve para aumentar su capacidad de golpear, lo que viene bien cuando te enfrentas a un clavo, o a una vieja pared que hay que tirar. Así mismo, decimos que unas gafas son una expansión de tus ojos, un cuchillo de tus manos, y así sucesivamente.
Resulta que la tecnología es algo que tu mente considera extensión tuya, y por eso también terminas por utilizarla sin darte cuenta, como pasa con tus ojos, o tus manos. Y esos aparatos “extra”, creados por otros seres humanos, solo están ahí porque te ayudan a ver, hacer y a comprender cosas que no verías por tu propia cuenta. Y, si te fijas bien, sueles tratar con estos instrumentos como si fueran parte tuya, porque te son tan comunes, que no te son extraños.
Las cosas curiosas de lo digital.
Sherry Turkle, una psicóloga, socióloga, profesora e investigadora en el MIT, dice que normalmente terminamos viendo al ordenador como si estuviera entre lo vivo y lo no animado. Y esto es así porque ha terminado por convertirse en una especie de entrada a un espacio, que es como una segunda casa para tu mente, donde puedes explorar distintas facetas de ti.
Del uso del ordenador es que se ha creado la idea del avatar, que son esas figuras que controlas y que pueden diferir mucho o poco de tu apariencia real, cuando creas una cuenta en una plataforma, o un perfil en una red social. En esos casos eres tú quien diseñas tu avatar, quien elige la foto, las palabras, y hasta el tono. Y no digamos si te gustan los videojuegos en línea, porque entonces eres especialista en estos menesteres.
La verdad sea dicha, esa distancia entre tu “cuerpo físico”, el real, y tu “cuerpo digital”, deja mucho margen a la creatividad y a la experimentación. Pero también a la tensión de empezar a pensar que, cuando creas un avatar, ese personaje digital te pueda estar representando mejor o peor que tu yo fuera de la pantalla.
Al utilizarlo, se hace normal.
Claro que, seguro que ni te das cuenta de esto porque, de tanto utilizar el móvil, o el ordenador, todo se hace normal, y no le das importancia, porque enfrente a tus ojos solo tienes una pantalla que es bastante plana. Pero resulta que, dentro de tu mente, eso no se queda allí. Lo que sucede es que, sin que te des cuenta, ella sí que es capaz de registrar un horizonte diferente dentro de esa pantalla, cargado de profundidad, de lugares, de memorias, y de relaciones que se despliegan dentro de tu inconsciente.
Un buen ejemplo es el cine. No puede haber pantalla más plana que la del cine, pero seguro que hay pelis que te han logrado meter dentro de su historia, sin pedirte permiso. Y eso es así porque tu conciencia se dirige intencionalmente, siempre, hacia objetos que le signifiquen algo, hablemos de un libro, de una foto, o de un post en Instagram. Y cuando lo hace, ella misma crea un espacio virtual en tu mente, que te hace participar de lo que ves, como si estuvieras allí.
Pero no sucede así cuando hablamos de crear tu identidad digital, porque al pensar en ello lo que haces es reducir los matices espaciales, temporales y sensoriales de tu vida digital, porque la comparas con tu vida 3D. En lugar de pensar en ella así, deberías verla como una vida diferente, en la que tienes un cuerpo diferente, que es digital. En otras palabras, lo que estás haciendo es definir tu identidad online juntando sin sentido elementos simplificados, como tu foto de perfil, tu biografía breve o tus posts en “stories”.
Y se hizo la luz. Y vimos a la IA
Y, como si esta especie de “ceguera por uso constante” fuera poco, ahora tienes una utilidad más. La Inteligencia Artificial. Y parece que es como “Dios”, porque de momento es moda, como lo fue el primer móvil inteligente. Pero pronto la “ceguera por uso constante” hará que dejes de pensar en ella, porque la asumirás como una confiable extensión tuya más.
Y entonces se te hará menos evidente que es una herramienta. Una que no es física, y que existe íntegramente dentro del mundo digital, y que su función es la de procesar, transformar y generar información ordenada que sirva para resolver problemas, tomar decisiones o modelar comportamientos. Es, verdaderamente, la primera herramienta invisible que hemos creado como seres humanos, y casi nadie se ha dado cuenta de semejante logro.
Pero, al margen de este salto hacia adelante, esta nueva herramienta va a cambiar muchas cosas dentro de ti, porque al interactuar con sistemas de inteligencia artificial, tu mente va a terminar imaginando un mundo diferente al que conoces. El resultado será que terminarás pensando de otras maneras diferentes a las que piensas ahora. Y, lo más importante, la inteligencia artificial es, ya, tu mayor aliado activo en la construcción de tu identidad digital.
Algunas ideas que puedes poner en práctica.
Y, lo sepas o no, o lo quieras o no, ya estás creando un tú del otro lado en este momento. Lo que estás leyendo no es ciencia ficción, o algo que puede que te ocurra un día. Tendrás que aceptar, tarde o temprano, que tu identidad digital ya está condicionando gran parte de tu vida en 3D. No eres una persona que simplemente usa la tecnología, sino que eres alguien que existe en y con ella. Cada notificación, cada clic, cada movimiento a través de una página Web contribuye a ensamblar una identidad digital que se suma a tu identidad.
La buena noticia es que este proceso puede ser consciente. Asume que la tecnología no es neutral ni meramente instrumental, sino que es una parte activa de cómo percibes e interpretas tu vida, lo que determina con quién interactúas y qué ambiente construyes a tu alrededor.
No se trata de ser consciente de todo a la vez, ni en todas partes las 24 horas al día, durante los 7 días de la semana, todo el año. Se trata, más bien, de que empieces a ser consciente de que necesitas crear una identidad digital conscientemente, de manera que puedas pensar en ella viviendo dentro de Internet, de forma independiente de ti. Imagina que tu identidad digital hay que nutrirla, sentirla y cuidarla, y dejar que crezca armónicamente y de forma equilibrada.
Aquí es donde un aceite esencial puede entrar en juego, haciendo de puente entre tu cuerpo físico, tu mente, y ese yo virtual que vas construyendo. Escoge uno que te guste y que haga esta función.
Utiliza el aceite esencial de forma tópica y en difusor, mientras interactúas mentalmente, de forma consciente y con calma, con tu identidad digital. Toma en tu mente las decisiones que le hagan crecer, e incluso conversa con ella, si tu imaginación ya está en ese punto de poder separarte a ti de tu “tú-digital”.
Este simple ejercicio convertirá a tu identidad digital en algo vivo en tu mente, nutrido por tus sentidos y tus elecciones conscientes.
Además, tienes estos otros 4 ejercicios, que son independientes entre ellos, y que están centrados en hacer que tu mente mantenga la apertura que necesitas a la hora de trabajar sobre tu identidad digital:
1. Decide, de tiempo en tiempo, hacer un uso más “táctil” de tus aparatos. Que no sea que simplemente usas el móvil o el ordenador de forma automática, sino que escoge ser consciente de cada paso, de cada tecla que tocas, y de cada proceso que sucede en ese momento.
2. Entra en una red social cualquiera y observa y presta atención a cuántos seguidores tiene un perfil cualquiera, y cuántos likes o visualizaciones tienen las publicaciones de ese perfil. Trata de identificar el porqué de esos resultados, en base a que intención tienen, y qué es lo que realmente significan para la gente que ha reaccionado a ellos.
3. Mantén, de vez en cuando, una relación distante con tu móvil o tu ordenador. Cambia tu manera de relacionarte con él, e incluso puedes hablarle y comunicarte con él de otra forma. Por un momento piensa en él no como un objeto neutro, sino como si fuera una entidad con quien negocias significados y acciones.
4. Y, por último, de tiempo en tiempo para un momento, y sé consciente de que hay toda serie de aparatos físicos que sostienen al mundo digital. Investiga en Internet el mapa de cables que se está extendiendo por todo el mundo, para que tú puedas tener la información que necesitas. Encuentra, también, dónde están situados los nodos, que son edificios en los que físicamente están ubicados los cientos de servidores que enlazan todo esto.
Durante esos momentos en que decidas hacer uno de estos ejercicios, cada clic, cada notificación o cada ajuste de configuración, dejarán de ser un acto automático para convertirse en una elección reflexiva sobre tu propia identidad digital.
Y, la próxima vez que entres a tu red social favorita, para, respira, y piensa. ¿Quién soy aquí adentro? ¿Qué parte de mí identidad digital elijo mostrar? ¿Qué tecnología está moldeando mi identidad digital en este instante?”
Esa pequeña toma de conciencia es suficiente para hacer que tu cuerpo y tu mente empiecen a tomarse en serio esto de ser, ambos, los responsables de crear tu propia identidad digital.
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