El mundo vegetal: sus energías y principios - Email #34
Este es el primero de 3 emails (el 34, el 35 y el 36) dedicados a explorar la energética del mundo vegetal, pero sin perder de vista a los aceites esenciales como parte de ello. No nos centraremos en cosas científicas ni demostrables, sino en testeos y probabilidades, pura imaginación.
Antes de ir al tema, debes tener algunas cosas claras, para no confundir la intención que tenemos al hacer este tipo de trabajo.
La asociación entre el mundo vegetal y el mundo espiritual es algo conocido y fácil de comprender, porque lo que hoy conocemos como moléculas vegetales tienen propiedades y aplicaciones útiles de todo tipo, y por eso los antiguos pensaron en ellas como milagros caídos del cielo, creados por los Dioses.
Por otro lado, está la llamada “energía de los árboles”, idea que permite a la mente de muchas personas creer que abrazarse a un árbol es suficiente para “recibir” su energía. En otras palabras, a partir de lo que es una visión muy industrialista del mundo vegetal, algunas personas piensan que el árbol crece y pasa años desarrollándose solo para darnos su energía. Gratis, claro. Muy espiritual.
Pues bien, la intención no va por allí. Lo que queremos es explorar su mundo. No como si fueran “cosas”, sino como si fueran un igual. Es importante, para seguir estos testeos abandonar la idea simplista de que las plantas no se mueven, a pesar del paso de los perros, de los abrazos de algunos humanos y de los años.
Se trata de imaginar, pero siendo congruente
El ejercicio, tal como lo hemos diseñado para guiarte, es más bien uno en el que utilizarás la imaginación para entrar en su mundo.
No se trata de imaginar el mundo en el que vives, que es el que conoces, y en el que también existen ellas. Imagina que viajas hasta el suyo. Un universo en donde solo están y existen plantas.
El ejercicio es un poco raro, ya lo sé. Pero ya sabes que me encanta que imagines cosas nuevas, porque eso hace que tus neuronas se activen más de lo normal, pero en plan bueno. Así que imagina que entras en un planeta de ese universo en el que solo hay vegetales.
Un par de ideas más, antes de empezar.
Dices que están vivas, pero no sabes qué significa eso. Así que empecemos por allí. Tienen cierta entidad y están organizados interiormente para crecer, para reproducirse y para captar energía del medio. Así que hay, de alguna manera, una energía que les es propia y que es la que induce a los elementos a mantenerse unidos y funcionando, apareciendo ante nuestros ojos como “una planta viva”.
Ya sabemos por la teoría de supercuerdas, que es como nuestra biblia, que la energía existe antes que la materia –es previa a ella– y que es ella la que se solidifica –se arruga decía Einstein–, para crear lo que vemos. Esa energía, a pesar de ser de la que venimos, no reacciona a la luz y por eso no la vemos directamente.
Así que esa energía que le da vida a una planta es previa a la planta misma. Esta es la idea de la que partirás, y la que necesitas para entender el ejercicio tal y cómo lo voy a hacer yo, para que puedas repetirlo en tu casa.
Un poco de ejercicio previo, para calentar
Así que cierro los ojos y me imagino en mi mente que “elimino” esa energía que es de la que viene la planta. Enseguida su parte física cae al suelo, como si fuera una simple y endeble columna de plástico. Y si adelanto el reloj rápidamente, en menos de nada todo lo que da forma a la planta se separa y deja de parecer un vegetal para desaparecer en la tierra.
Es decir, esa imagen que acabas de leer es la forma en la que mi mente me muestra que esa vida que tiene una planta es la que hace que sea lo que vemos en 3D.
Ya ves que tampoco es que descubra nada con ese pequeño ejercicio, porque si asumes que la energía es previa a la materia, entonces está claro que es ella quien le da forma a las cosas cuando entra en 3D. Pero esta parte es primordial hacerla, para que entiendas qué es lo que sucede a la parte física de una planta cuando eliminas su campo de energía.
Ahora ya te he explicado lo suficiente como para que me sigas, pero no tanto como para no dejar que crees tus propias imágenes, vamos a seguir.
Vamos a por ello
Quedamos en que separaba la energía de la planta y su parte física se degradaba. Pero hay algo interesante de ver con los ojos cerrados.
Esa energía no se va. Cuando la saco en mi imaginación de lo que es la planta física, se queda flotando, porque está conectada a otras plantas que siguen vivas, aunque no sean de su misma especie. Luego busca y desaparece cuando encuentra plantas de la misma especie. Entonces es como que se integra con ellas y desaparece dentro de ese campo, que es más grande y brillante.
Así que me planteo un cambio de estrategia dentro de mi mente. Quiero hablar con ese campo de energía. Pero no con el campo de una planta o de una especie, sino con todo el campo. Con la energía del mundo vegetal como si fuera una sola cosa. A ver si es posible.
La técnica es la de siempre. Si esa energía hablara, ¿qué me diría?
Así que abro mis ojos por dentro y cierro los de afuera y me dispongo a hablar con lo que aparezca. Mi sorpresa es que no hay una sola entidad, sino muchas. Eso ahí adentro es como una comunidad de energías, que interactúan entre ellas, pero sin fundirse en una sola. Digamos que ciprés es ciprés y limón es limón y no se mezclan. Lo que pensé era un mundo vegetal unitario y compacto, está formado por la suma de diversos componentes.
Ahora me pregunto qué es lo que les une. Me explico. Tú y yo somos humanos, nos une la información que hace que nuestros cuerpos se formen como lo hacen. Y en su caso. ¿Qué es lo que les une?
En mi cabeza aparece la forma del ADN. Entonces pido que aparezca un ADN humano y comparo el vegetal con el humano.
El vegetal es más trasparente y flexible. No se rompe, pero es menos “estático” que el humano. Imagino que eso es lo que genera esa capacidad de la planta de crear nuevas partes constantemente, incluso de crearlas para luego sustituirlas, como ramas y hojas.
Ahora elimino todo lo que el ADN vegetal tiene en común con el humano y me queda un hilo de energía verde. Es como una vaina de guisantes, muy fina y brillante. Tiene ojos punzantes y una actitud de escudriñadora curiosidad, a la vez que de mal genio. Mi cuerpo se estremece cuando la toco ligeramente. A ella no le gusta mucho ese contacto.
Así que me doy cuenta de que sabe que yo estoy. Es consciente.
Voy a por lo que me interesa, porque las preguntas pueden ser tantas que me perdería. Me dice que entiende lo que es un aceite esencial. Le parece un nombre ridículo y presuntuoso porque allí no hay ninguna esencia de nada. Yo me defiendo, claro, pero no demasiado. Porque quiero entender su punto de vista, más que tener razón.
Me muestra en mi mente como es imposible que ella pueda existir dentro de un cuerpo líquido, encerrada en un frasco. Eso, entiendo, sería como querer meter a un gigante dentro de un pequeño agujero abierto con un meñique en el suelo de un jardín. Yo insisto.
Ahora veo como es que se establece la conexión que se produce cuando se destila el aceite. Es decir, de cuando las partes de la planta se pasan por el proceso de separar sus moléculas más ligeras y volátiles del resto, que son más físicas y pesadas.
Esas que son más ligeras son moléculas vacías, me dice. Pero que durante el proceso de separarlas de lo que queda de la planta, se establece un entrelazamiento que aporta a esas moléculas cierta personalidad. Me explica que la molécula es un objeto inanimado, pero virgen, que puede ser adaptado para que produzca una reacción en un ser humano. Esa personalidad que adopta la molécula es lo que produce la reacción, al actuar dentro de un cuerpo vivo
Siento curiosidad por la razón por la que sucede eso. Solo me muestra que existe una especie de contrato entre muchas entidades del mundo vegetal con algunas entidades humanas para que esto sea posible.
Tengo dificultades para entenderle, pero me hace ver que pienso en términos muy limitados.
Lo más justo es pensar en acuerdos separados, puestos en marcha en todo el planeta y que nada tienen que ver con el sentimiento de propiedad. La elaboración de lavanda en una zona, nada tiene que ver con la elaboración de lavanda en otra zona del planeta. Creer que son lo mismo sería como decir que dos personas son iguales, solo porque tienen el mismo nombre.
Me intereso por esta parte y me explica que un aceite esencial preparado en un lugar nada tiene que ver con otro, preparado en otro lugar. Yo insisto que siguen siendo lavanda. Y entonces aparece otra entidad, con las mismas características a ella, pero diferente. Es más “gorda” y un poco más larga. También es verde. Ahora entiendo su punto de vista.