El olor y la conciencia del cuerpo - Email #26
Quizás leíste el email anterior, el 25. En él explicamos nuestras intenciones, que son sencillas:
Utilizar el potencial de organización, de relaciones y educativo del multinivel para, utilizando los aceites esenciales de Young Living, dar un orden actualizado al trabajo consciente con el cuerpo.
Mucho de ese trabajo no es público, dado que hay que formar lideresas y líderes dentro del multinivel que acepten, entiendan y compartan la cultura Nidore Essentia, y para eso hay que querer, no con la mente, sino con el cuerpo.
¡Y eso es nuevo y es lo que vamos a ver en este email 26!
Comenzamos por plantear una pregunta –aparentemente inocua– que puede servir de ejemplo y ayudarnos a introducir esta novedad: ¿qué diferencia hay entre visualizar e imaginar?
Visualizar es un proceso mental y, para nosotros, ahora se ha quedado incompleto. Pensémoslo bien y pongámonos en situación: visualizamos en calma, cómodamente, puede que cerremos los ojos, que estemos sentados, en tranquilidad y que salgamos sintiéndonos muy bien, al final. Si hemos trabajado con visualizaciones antes, nos resultará familiar la situación.
Pero imaginar es otra cosa. Cuando imaginamos no podemos permanecer inmóviles, eso es imposible. Los peques son los maestros en ello: imaginan sus propios mundos, salivan a lo bestia y no se están quietos porque tienen que vivir ese mundo que imaginan. Imaginar involucra a nuestro cuerpo y el tener que hacer cosas con él. Visualizar se queda en nuestra mente y va por otras vías. Ninguna es mejor o peor, son simplemente diferentes.
Ahora veamos que tiene que ver esa respuesta con la conciencia del cuerpo y con el olor.
Comencemos con ¿porqué hacer esto? ¿qué ha cambiado?
A pesar de que no lo veamos físicamente, el planeta ha cambiado. Ha pasado entre 1992 y 2012 y lo ha hecho como lo hace quien se hace adolescente: rápido y a diario, pero de forma imperceptible, e igual que como nos pasa en la juventud, un día caemos en la cuenta de todo lo que nos ha pasado.
De igual manera y a la vez nuestra mente cambia, y a veces no lo hace a la misma velocidad que el cuerpo y, según el caso, esa transformación puede ser muy lenta e incluso tardía. Entonces decimos que el adolescente se ha convertido en adulto. Ambos cambios, el físico y el mental, son imperceptibles en el día a día y solo cuando nos detenemos un momento y miramos atrás nos damos cuenta del cambio.
Lo mismo sucede con el planeta. Solo que como no somos del todo conscientes de que el planeta está vivo, nos cuesta más ver y entender el cambio que ha sufrido.
Por eso nos viene bien imaginar al planeta como si fuera una persona viviendo en un barrio con otras personas, que son los otros planetas del sistema solar.
¿Y qué pasa con el cuerpo y el cambio del planeta?
Para explicar esto diremos que como seres humanos no nos es extraña la idea de que somos más que un cuerpo y que ese cuerpo que vemos en el espejo tiene la pinta de ser una especie de traje que nos ponemos por un tiempo, mientras vivimos.
Se trata de un traje que nos presta el planeta para que podamos pasar unos años aquí, junto con él.
La idea de que nacemos, crecemos y morimos es una referencia al camino que hacemos con ese traje y que dura lo que dura él. Aunque es cierto que, tenemos que admitirlo, hay momentos en que nos identificamos tanto con nuestro cuerpo que olvidamos lo que es de verdad.
Pero ¿qué pasaría si quien te ha prestado el traje cambia? Y si el planeta que te ha hecho un traje a medida cambia ¿no debería cambiar el traje también?
El planeta, como el ser vivo que es, ha cambiado. Nuestro cuerpo –nuestro traje personalizado–, como la conexión con el planeta que es, debe ajustarse y, en términos espirituales a ese ajuste le llamamos “despertar de la conciencia del cuerpo”, e igual que pasa con las personas, que su físico y su mente no maduran a la vez, el planeta y nuestro cuerpo tampoco lo hacen al unísono.
Entramos en el tiempo en que nuestro cuerpo debe adaptarse a ese cambio del planeta, que ya pasó. Es a esa adaptación de nuestro cuerpo al cambio que ha vivido el planeta al que llamamos “despertar de la conciencia del cuerpo”.
Los olores como herramienta para el despertar de la conciencia del cuerpo
Desde luego que hay una parte química implicada en este proceso de adaptación del cuerpo al cambio. Esa es una parte muy, muy física. Pero antes de abordar cómo es todo esto en el siguiente email –el 27– , necesitamos entender la primera parte de ese cambio químico.
Ahora mismo nos centraremos en explicarte que en nuestra cultura occidental, como personas normalmente educadas que somos, hemos asociado y dado importancia al olfato y a los olores a través del valor biológico que tienen; por ejemplo, y para que entiendas por dónde vamos, aprendemos rápido a reconocer y desconfiar de algo que huele a podrido.
Poco importa que ese olor tenga unas características u otras, lo que importa es salvar la vida evitando comer algo en mal estado.
Pero ¿realmente hemos desarrollado menos el olfato que nuestros otros sentidos?
Nosotros en Nidore Essentia no creemos que biológicamente el olfato esté subdesarrollado, para nada. Lo que creemos es que culturalmente no lo reconocemos y lo que defendemos es la idea de que es una herramienta impresionante para trabajar con ella.
En general, los especialistas en este tema creen que nuestras percepciones de los olores están “poco reconocidas conscientemente” debido a que inicialmente son procesadas por las partes del cerebro cuyo origen, formación y desarrollo son las más antiguas, lo que implica que la información es poco profunda –por tanto, poco o nada consciente– y que, además, no pasa necesariamente por el tálamo lo que implica que no es regulada.
Y el olfato es una gran herramienta porque cuando los humanos olemos la conciencia que utilizamos es básica, lo que implica que los olores –las moléculas que registramos– los percibimos de tal manera que la información que nos proporcionan no es tan rica como para producir ideas conscientes que nos sirvan para el análisis y la descripción mental, más allá de la mera supervivencia.
Pero lee bien: no es que no se produzcan las ideas, es solo que no somos conscientes de que se producen.
¿Y se pueden hacer conscientes esas ideas?
Antes de responderte a eso, te contaremos que parecía que no había salida en ese sentido hasta que empezaron a aparecer trabajos que nos daban otras opciones para el olfato y, tal como lo expuso Cori Bergman en 2006, a pesar del complejo entramado molecular que flota en el aire, somos capaces y podemos producir respuestas afectivas asociadas a lo que olemos.
Insistimos, podemos producir respuestas afectivas asociadas a lo que olemos.
Y eso parece tonto e inservible, pero no lo es y te explicamos por qué: crear imágenes conscientes no es, en ningún caso, el negocio principal del olfato. Lo suyo es valorar las cosas, codificar rápidamente la importancia biológica del entorno antes de decidir si dejarte seguir o detenerte ante un posible peligro.
Ahora fíjate bien ¿qué significa “importancia biológica”?
Significa que es conveniente para tu vida, y por tanto para tu cuerpo, que es la representación física que encarna esa importancia, porque es tu cuerpo quien debe vivir y sobrevivir.
El olor es básico –pero no menos desarrollado– porque interviene directamente, sin necesidad de razonamiento, en la protección del cuerpo.
Lo que la naturaleza ha hecho es que el desarrollo de las conexiones en nuestra cabeza relacionadas con el olor sean básicas, directas y no razonadas, pero también que sean afectivas, es decir, que son capaces de producir una reacción en el cuerpo, un comportamiento, interviniendo en nuestro proceder básico, en la forma de hacer y reaccionar físicamente ante las cosas que vivimos.
Es importante no perderse dentro de tanto palabrerío
Vamos a insistir para que no te pierdas, a la vez que reforzamos las ideas principales.
Esto de actuar sobre el cuerpo, el olfato lo hace de dos maneras específicas:
Representa la información de las moléculas de forma discreta y básica, simplificando lo complejo en un resultado más económico, más escaso y ahorrativo; es decir, ante un grupo de moléculas que entran juntas en nuestra nariz y que producen diferentes informaciones, por defecto nuestro olfato simplificará todo y nos dará una sola sensación, una resultante: huele bien o huele mal.
Una vez simplificada la información, aparece una reacción afectiva, lo que significa que se produce una intervención en el estado corporal, determinada por el valor biológico que nuestro sistema le da a la información recibida y que se expresa en una conducta que está sintonizada de forma muy eficiente con las necesidades del cuerpo de cada quien; la reacción es personal.
Lo que hueles afecta a tu cuerpo, y tu mente ni se entera
Lo que significa el punto 2 del apartado anterior es que, ante un olor, nuestra mente no necesariamente registra ninguna reacción consciente, aunque nuestro cuerpo sí que lo hace.
Esa intervención directa sobre el cuerpo es la clave para hacer nuestro trabajo y ahí es donde entra el despertar de la conciencia del cuerpo. Cuando queremos trabajar con él para convertirlo en una herramienta espiritual tratamos y separamos “su conciencia” de la conciencia “mental” que es a la que habitualmente nos referimos como seres humanos, que es más cerebral y visual.
Cuando hablamos de tener o aumentar la conciencia, habitualmente nos referimos al hecho de que caemos en la cuenta de cosas que habían estado allí pero que no “veíamos” antes y ahora sí. Incluso el lenguaje cultural que desarrollamos es apropiado, porque esa toma de conciencia nos hace “ver”. Esto es así porque hay partes de tu cerebro que están implicadas y asociadas a la visión. Por eso es que nosotros la consideremos “más mental”.
Pero no es igual con el olfato, que no utiliza las mismas vías en el cerebro sino otras, y que afecta directamente al cuerpo.
La idea no es nueva y hoy podemos decir que para trabajar la conciencia del cuerpo tenemos ciertas referencias positivas como las taoístas o las hindúes, pero también los autocastigos que se infringen a los cuerpos en ciertas religiones “para elevarse hasta el espíritu”. Pero todos ellos son ejemplos que se desvían siempre de dos maneras:
Terminan por desarrollar técnicas de tratamiento del cuerpo –medicinas– o
Terminan por llegar a la negación de éste, utilizándolo solo como trampolín para lograr otra cosa, pero no como un medio para llegar a sí mismo.
Centrémonos solo en el cuerpo, dejemos la mente fuera
Por un momento imaginemos que el cuerpo puede existir solo, como si estuviera en una especie de estado vegetativo, pero no inservible, sino que está como "guardado" y puede ser reutilizado de nuevo.
Pero ¿por quién?
Al imaginar estas cosas los antiguos más radicales y rompedores pensaron en la reencarnación, que es dejar tu cuerpo y sobrevivirlo al morir. Es decir, que las personas somos personas antes y después de tener un cuerpo, una idea ya bien conocida hoy, aunque no creas en ella o lo hagas a tu manera.
Pero lo que pedimos es imaginar que poseemos y utilizamos un cuerpo en esta vida que podemos abandonar en un momento dado y que, además, podríamos cambiarlo sin morir en el intento.
Sería como poder emigrar de cuerpo, no cuando mueres, sino en vida. Imaginemos que pudiéramos entrar y salir de él, pero no solo en el nuestro, sino en cualquier otro. El ejercicio se trata de imaginar que podríamos ir a la India desde Madrid sin transporte. Vamos al hotel de cuerpos que está en el barrio en el que vivimos, dejamos el habitual y viajamos –digamos astralmente– hasta Bombai, donde cogemos uno que esté disponible en el hotel de allí.
Si puedes llegar a imaginar esto, entonces puedes imaginar la independencia del cuerpo de tu otra parte, que podemos llamar la parte mental. Hay suficientes pruebas en tradiciones y culturas antiguas de que esto es así, pero solo en los últimos años es que hemos podido ir explicando cómo es que esto sucede.
Para despertar la conciencia del cuerpo, oler es mejor
Cuando hablamos de conciencia del cuerpo queremos separar lo que es el cuerpo de lo que es la mente. Es una idea radical y que puede que nos sea hasta imposible imaginarla las primeras 100 veces que lo intentemos.
Pero tenemos que saber que aunque esa conexión directa de nuestro olfato con los centros inconscientes de nuestra mente y con nuestro cuerpo se desarrolló para asegurar la supervivencia de la especie, también está disponible para que podamos utilizarla para trabajar, aprovechándola.
Entender esa imagen y utilizarla nos daría acceso a la información que ofrece tu cuerpo, directamente. Eso puede tener muchas aplicaciones y seguro que en los próximos 10 a 20 años vamos a empezar a ver adelantos científicos acerca del cuerpo que no hemos ni soñado todavía, porque esta apertura afecta a todos los seres humanos y cada uno lo enfocará según le interese y sea capaz de comprenderla.
Pero para nosotros la aplicación espiritual y de crecimiento personal es la que tratamos aquí.
Un cuerpo consciente nos ayudará a crecer, a desapegarnos de cosas que no nos interesan, a mejorar la velocidad a la que salimos de procesos tóxicos de cualquier tipo y, más adelante, a entender que debemos cuidar mejor de ese traje, porque no es nuestro. Además, a la vez que nos separamos mentalmente de él, seremos más libres de entrar en otras realidades en las que no lo necesitamos.
Culturas raras, raras, raras
Vamos a terminar este email haciendo un breve resumen de algunas sociedades que utilizan el olfato y los olores como parte importante de sus culturas. Ninguna es occidental y no pueden ser consideradas “modernas”, pero se trata de ver ejemplos de cómo podríamos incluir el olfato en nuestra vida para poder mejorar la magia que ahora nos ofrece nuestro cuerpo:
Entre los Warao de Venezuela, el interior del cuerpo se concibe como una especie de cámara de presión, donde tienen lugar todo tipo de reacciones olfativas.
Algunos pastores de África oriental, como los Dassanetch, se untan con productos del ganado para darse un olor a ganado, lo que los diferencia como grupo de los pescadores vecinos.
La tribu amazónica de los Desana tiene por costumbre dar y recibir productos con diferentes olores en rituales de intercambio, incluso la práctica de intercambiar hormigas de diferentes olores.
No es raro encontrar culturas que atribuyan el poder del olfato a las plantas, como entre los Wamira de Nueva Guinea o que se haga lo propio a objetos inanimados como entre los Kwoma, también de Nueva Guinea. Hay culturas que atribuyen a sus dioses un olfato extremadamente perspicaz, como entre los Batek Negrito de Malasia.
Estas mismas culturas también son capaces de explicar la desgracia en términos de que dichas plantas, objetos o dioses se sientan ofendidos por la mezcla de olores que resulta de las personas que realizan actividades prohibidas. Entre los Temiar, también en Malasia, emplear metáforas olfativas para expresar conceptos y valores abstractos, como la idea de un “alma olorosa”, es habitual.
Los Suya, de Brasil, clasifican a los animales por olor, en lugar de, digamos, morfología o hábitat y tienen palabras referidas al olor que se utilizan para clasificar a los animales, a las personas y, en menor grado, a las plantas: los animales más poderosos e importantes de su cosmología son todos de olor fuerte, mientras que los menos importantes son picantes o insípidos. Además, aunque los animales se clasifican permanentemente en una categoría determinada por su olor, los seres humanos tienen clasificaciones más complejas porque se añaden olores diferentes según el sexo, la etapa del ciclo de vida y la transición a través de ciertos estados temporales, como una iniciación o una enfermedad.
Entre algunas culturas en indochina hay idiomas que contienen entre 12 y 15 palabras olfativas dedicadas solo a definir cualidades de los olores. Son términos muy importantes para esas culturas, aparecen todo el tiempo, los niños pequeños los conocen y forman parte de su vocabulario básico. Lo más importante de entender, para nosotros, es que son palabras que no se utilizan para el gusto ni para las ideas generales que tengan que ver con comida. Están dedicados solo al olfato.
Una cultura del olfato occidental
Se trata de pensar en el olfato y no solo reaccionar a los olores. De crear referencias en nuestra vida diaria en términos de olor que proporcionen un sistema importante para la interpretación de las acciones y actitudes que tenemos y que están asociadas a nuestro cuerpo.
Se trata, sencillamente, de elevar el nivel de conciencia olfativa entre nosotros. Hacer que los olores tengan significado por si mismos y que ya no solo provoquen simples reacciones de placer o disgusto, como ha pasado hasta ahora. Eso nos ayudará a despertar la conciencia de nuestro cuerpo, dada la conexión tan primitiva que existe ente nuestro olfato y él.
Es la hora de ir a la esencia del olor.
Algunos artículos del blog que pueden ayudarte
El próximo 14 de agosto de 2021 podrás leer el 14º artículo que dedicamos al olor: "El trabajo con el olor" que será publicado a las 16 hora, de Madrid.
Los siguientes son los enlaces directos a los 13 artículos que tienes ya publicados y disponibles en nuestro blog:
Diversificación del uso del olor – Nidore Essentia — www.nidoreessentia.com El olor como medio de comunicación y canal de expresión personal, tiene un potencial ilimitado de crecimiento porque es capaz de evocar recuerdos mucho más profundamente que la visión o el sonido, y la falta de su desarrollo implica, entre otras cosas, oscurecer nuestros recuerdos.
La dinámica del olor – Nidore Essentia — www.nidoreessentia.com Si tenemos olores que nos llevan “hacia afuera” –más frescos– y olores que nos llevan más “hacia adentro” –más cálidos–, también podríamos tener una infinita cantidad de grados entre esos dos extremos, tantos como olores podamos reconocer en un momento dado.
El código de los olores – Nidore Essentia — www.nidoreessentia.com Hay culturas que clasifican a los animales según su olor, y las hay que tienen nombres abstractos específicos para cada tipo de olor. Sin embargo, en nuestra cultura no tenemos un marco que nos permita saber cómo pensar en los olores como vehículos simbólicos. Vamos a proponerte uno.
Entendiendo los Aceites Esenciales – Nidore Essentia — www.nidoreessentia.com La aromaterapia es el uso de aceites esenciales para equilibrar la mente, el cuerpo y el espíritu. Un aceite esencial es un líquido volátil extraído de varias partes de la planta por destilación al vapor. Esas partes de la planta pueden ser la raíz, la semilla, la hoja, la flor, la cáscara, la corteza, la resina, la madera o la baya.
¿El olor como medio de trabajo personal? – Nidore Essentia — www.nidoreessentia.com En 1991 [1] se vincularon los receptores olfativos con una proteína muy especial, lo que nos hizo comprender que las moléculas que respiramos son percibidas como parte de un grupo mayor de mecanismos de señalización que funciona en nuestro cuerpo.
Aromaterapia y calidad de vida – Nidore Essentia — www.nidoreessentia.com Los aceites esenciales son líquidos con fragancia que se extraen de plantas, mediante vapor o prensado, y que contienen las sustancias químicas naturales que aportan el olor y sabor específicos a las plantas de dónde salen.
Entrenando a tu nariz – Nidore Essentia — www.nidoreessentia.com El proceso de oler está bien estudiado y nos da un margen muy interesante para hacer uso de la plasticidad de nuestro cerebro para mejorar nuestra experiencia con los aceites, mes a mes, y trabajar nuestra memoria asociada a los olores.
El olor no existe – Nidore Essentia — www.nidoreessentia.com Un olor es el resultado de la activación de una ruta neuronal muy específica. Es, en definitiva, un conectoma asociado a una gran cantidad de memorias que, al activarse, se perciben en nuestra cabeza como un olor.
Grabados en la mente – Nidore Essentia — www.nidoreessentia.com La intuición nos dice que los olores son una parte importante de nuestra construcción interior como seres humanos porque el oler algo es, siempre, personal e íntimo y hoy los hechos demuestran que ella tenía razón: todas nuestras experiencias vividas están inscritas en las autopistas químicas de nuestros cerebros.
Olor Sagrado – Nidore Essentia — www.nidoreessentia.com La intención es revivir y reinventar sus usos, simbólicos y sagrados, para realzar y dar peso a los muchos significados y propiedades enigmáticas que sus aromas ofrecen, incluyendo su poder, su sutileza y su conexión con las emociones y la memoria.
El placer de oler – Nidore Essentia — www.nidoreessentia.com Nuestra estética olfativa está poco educada, una limitación que podemos eliminar quienes como consumidores contemporáneos de aceites esenciales tenemos la oportunidad de disfrutar de olores exóticos y nuevos, a la vez que de jugar a crear mezclas con las que estimular y desarrollar nuevos registros neuronales en nuestros cerebros.
Oler mejor – Nidore Essentia — www.nidoreessentia.com Hay tres cosas que condicionan nuestra capacidad olfativa: haber heredado una biología adecuada, vivir en un entorno adecuado o tener las experiencias adecuadas y, aunque no podremos controlar todos, algunos sí, y esta es una buena noticia.
Conciencia del cuerpo: espacio invisible – Nidore Essentia — www.nidoreessentia.com Cuando hablamos de un trabajo de crecimiento personal utilizando solo la mente, hablamos de arquetipos, pero cuando lo hacemos incluyendo al cuerpo hablamos de metáforas.