La importancia del ritual - Email #37
Comenzaré por el final.
Es normal y deseable que tengas y persigas tus objetivos. Es sano y bueno para ti, y para las personas que están cerca de ti. Y cuando te digo “objetivos” me refiero a lo que quieres y deseas legítimamente lograr, para mejorar el bienestar y la comodidad en tu vida.
Y, además, imagino que entiendes que siempre pasa un tiempo entre que te das cuenta de que quieres algo, y finalmente lo consigues. Es durante ese tiempo que debes aprender a alinear tu felicidad con lo que estás haciendo, para tener lo que quieres y necesitas.
Es decir, que es importante invertir en tu felicidad durante el proceso que te lleva a conseguir tus objetivos, porque está claro ellos no te harán feliz, porque son “cosas” o “situaciones” que están fuera de ti y que no traerán tu transformación interior, que es de donde proviene tu felicidad.
Por eso es vital que aprendas a ir a por lo que quieres, pero también a por tu felicidad mientras dure el camino. Elije ir a por la una y la otra. La distinción es “una y la otra” y no “una o la otra”. Y para poder lograr eso, como ser humano que eres, necesitas crear y poner en marcha actividades conscientes que te ayuden a mirar hacia adentro, dejando por un momento de mirar a tus objetivos, para centrarte en lo que tienes y lo que eres en el presente.
Y para que entiendas el final, tenemos que comenzar por el principio. A esas actividades que te permiten tomarte un momento en el día para ti, se llaman rituales.

El ritual que enseñaba Confucio
Ya imagino que la palabra "ritual" te puede resultar muy “fuera” de contexto, pero verás enseguida que no es así, y que un ritual es una actividad que transforma lo que haces día a día para que tenga sentido para ti, y no te pierdas durante el tiempo que tardes en conseguir lo que deseas.
No hablamos del típico ritual cerrado y religioso, sino del que enseñaba un viejo maestro chino al que llamaban Kongzi, o Confucio en español. Por eso lo que te proponemos es aprender a hacer que tus acciones de todos los días se hagan sagradas, porque así no perderás el sentido de lo que estás haciendo, y poder mantener tu enfoque.
Es una idea sencilla y aún más fácil de llevar a cabo. Se trata de preparar lo que vas a hacer, añadiendo cosas que son personales y significativamente espirituales a esas actividades. Añade pequeñas rarezas, que pasen casi inadvertidas y que te sirvan para armonizarte a ti con los ritmos del mundo. Hacer esto es algo realmente transformador.
Hacerlo es muy sencillo
No intentes hacer grandes cosas, que necesiten de demasiada parafernalia. A veces simples gestos son suficientes y muy poderosos. No se trata de llenar tu vida con pesos tradicionalistas arcaicos, que ni siquiera te gusten y no tengan un significado real para ti.
Lo importante, cuando lo haces, es que estableces una relación de igual a igual con la vida. Tú la aceptas como viene, y ella te acepta tal como eres. Al hacerlo así empiezas a ver al mundo como si fuera una persona que está llena de todo lo que te rodea, y pasas a sentir mucho respeto por sus ritmos y patrones, que a simple vista parecen ocultos.
No confundas, por favor, esto que te propongo con actividades como comidas, bautizos, bodas y funerales. Esas son cosas que tienen que ver con tradiciones y con la religión. No es que no sean importantes, es que no tienen nada que ver con que tú seas feliz mientras vas a por tus objetivos.
El ritual del que te hablo es como un buen hábito, pero más flexible. Es algo que puedes realizar dentro de cualquier situación y momento, y necesita de tu intención y de tu voluntad para poder adaptarlo a diferentes contextos. Ahí está su poder.
La magia del ritual
Existen muchas maneras de honrar tu vida y llenarla de sentido. Pero la magia de todo ritual, por pequeño que sea, está en ese respeto que desarrollas por la vida.
Por ejemplo, al vivir una situación cualquiera, haya sido incómoda o placentera, puedes sacar una carta y ver qué aceite está asociado a ella. Así la reconoces, y le das su lugar.
También puedes crearte un pequeño ritual para comenzar tu día, para terminarlo, o ambas cosas. Puedes convertir “el poner tu difusor” en un ritual, diseñando cada paso con cuidado y luego repitiéndolo cada vez de la misma manera.
Entiende la magia que se crea en ese momento. El maestro Confucio decía que ese momento, acumulado en muchos momentos, era lo que te daba la maestría de tu vida, que no es más que entender la vida como alguien con quien tienes que jugar, con respeto, pero de igual a igual. Es ese respeto hacia la vida, en general, lo que garantizará la armonía de tus relaciones, y en dentro tu vida en particular.
Tal como comenzamos, este final te recuerda que puedes y debes tener tus objetivos, porque son ellos los que te guían en tus esfuerzos.